Carrer del Literat Azorín, 26
Valencia
Tel. 722 713 718
Boquerones… in vinegar
Todo podría seguir igual (de bien), pero sin embargo y aunque la oferta gastronómica es prácticamente la misma, hay cosas que han cambiado y no precisamente para bien. El local consiguió afianzarse en un muy poco tiempo y es que encontrar algo similar en Ruzafa era difícil por no decir imposible. Pero parece ser que el éxito se les ha ido de las manos.
Entiendo que para el negocio las cosas han ido muy para mejor, pero lo que es para mí, sin haber comido mal me voy con una sensación demasiado agridulce. Y es que no es de extrañar ver el local lleno hasta la bandera, interior y terraza, y con un trajín de turistas entrando y saliendo sentándose en cualquier mesa vacía aunque no tengan reserva. Obviamente acaban yéndose por donde han venido. Aladroc nunca ha sido el local más cómodo del mundo pero a decir verdad era parte de su encanto, ese y el servicio que te hacía la velada aún más agradable. Pero parece ser que esto también ha cambiado, malas caras, platos dejados caer sobre la mesa sin ningún tipo de explicación y lo peor de todo, un camarero saliendo a mitad servicio a echarse un piti en la puerta del mismo local y “jijí jajá” con las mesas de fuera.
La carta sigue prácticamente igual, para lo bueno y para lo malo. Algunos precios se mantienen pero otros han subido y lo que antes valía 10 euros (fritura de pescado), luego pasó a 13 y ahora ya vale 15, y el pulpo de 12€ ya está en 15€. Como digo, no pasaría nada ni me importaría lo más mínimo si todo lo que pasa allí dentro siguiera igual, pero no ha sido el caso y eso que la comida no está nada mal. Las alcachofas a la judía siguen estando buenísimas, como también lo están las ostras a al brasa o incluso las clóchinas, las cuales han mejorado de manera considerable dejando de lado aquel amasijo de salsa de la última vez.
Por contra, siguen estando los ya famosos gambones de boda y el mazacote de patatas bravas que también acompañan la burger. Bocados demasiado bastos que desmerecen al resto de productos de mar. Para acabar, el ya famoso tiramisú, tanto en versión tradicional como con el toque de naranja y canela, pero un momento, ¿qué cojones es eso? ¿quién me ha robado el mes de Abril y los cuencos de cristal donde se servía? En serio, que te lo pida para llevar y me lo plantes en un craft de Envanature pues vale, pero estando allí sentado… nah, no lo veo Rick.
Aladroc es esa taberna de barrio que no debería degradarse jamás, ni por concepto ni por la masificiación turística del barrio, mucho menos por el servicio, motivo por el que sueles repetir en la mayoría de sitios sin importar comer mejor o peor.
Lo mejor: Las alcachofas siguen estando brutales
Lo mejorable: El servicio ha flojeado bastante
Lo peor: Los gambones de boda siguen estando presentes
Bar Aladroc
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