Calle del Almirante, 14
Valencia
Tel. 963 155 287
www.almadeltemple.com
Más líbranos del mal, Amén
Es el restaurante del lujoso hotel (casi monumento) de cinco estrellas Caro y aunque muchos siempre lo recordaremos como el lugar por el que pasó Ricard Camarena o Miguel Ángel con su ya olvidado Sucede, ahora es la cocinera Sara Olmedo la que lleva las riendas de este emblemático lugar, a veces casi desconocido para muchos de los vecinos de Valencia.
Lo que vais a leer a continuación es posiblemente una de las peores experiencias gastronómicas de los últimos años y sin ninguna duda de todo este 2023, y no porque saliera de allí intoxicado o insultado por parte del equipo, sino porque nada, absolutamente nada estuvo a la altura de un menú de 80€ (bebida aparte), ni de un restaurante que duerme abrazado en los bajos de uno de los hoteles más elegantes de la ciudad.
Mi última visita a Alma del Temple fue hace más de un año y en aquel momento decidí callar, no sólo por el hecho de que casi siempre prefiero opinar habiendo ido un par de veces a los sitios, sino porque creo que un mal día lo tiene cualquiera, pero es bueno indicar que aquella noche, por poner un ejemplo, no pude elegir que vino tomar porque “es que se ha ido el sumiller (en aquel momento Richy) y no hay carta de vinos”. Así, literal.
La entrada al restaurante, ya sea desde la misma calle o desde la propia recepción del hotel es oscura y horrorosa a partes iguales, pero la cosa se acentúa cuando una vez abajo te topas con una barra totalmente negra a un lado, los baños y la espera… la espera a que alguien te reciba, te atienda, te diga un algo. Finalmente, coincidió que uno de los chicos de sala acompañaba a un hombre al baño cuando ¡“hola”!
¡Qué bonito es Alma del Temple una vez estás sentado en la silla! Y es que comer/cenar rodeado de la antigua muralla árabe es una joya oculta de las que pocos pueden presumir. Pero es sentarte y ser absorbido por esa sensación no palpable, tampoco visible de que algo no va a ir bien, no se como explicarlo pero sin quererlo sientes ese vacío por parte del equipo que te hace presagiar lo peor.
“¿Quieres beber algo?” Pido un agua y la carta de vinos. Llega el agua, pero nada al respecto de la bodega. Confirmo el menú elegido, y pido de nuevo la carta de vinos. La chica de sala parece que no tiene un buen día. A la tercera y tras una seña a Piero le pido la carta de vinos que finalmente cae sobre la mesa. Parece que hay mucho donde elegir aunque no todo está disponible. No hay término medio. O “pepinos” o vinos del super. Mientras tanto vuelve a aparecer la chica y así de repente…
“También disponemos de varios menús”
“¿De vino?”
“No, de comida”
“El menú ya lo elegí en la reserva y lo acabo de reconfirmar con tu compañero”
“¡Vale!”
Viendo que la cosa no pinta nada bien, prefiero no arriesgar, ir a lo seguro y empezar cuanto antes. “¿Este está bueno ehh?” (palabras textuales) me pregunta la chica mientras echa un poco de vino dentro de mi copa y otra pequeña cantidad fuera de ella. Cuando se marcha, cojo la servilleta para limpiar un poco la copa y de repente ¡Coño! ¡Raída, con pelotillas y un agujero! En un cinco estrellas… Lo tienes todo papi.
Va a dar comienzo el menú y aunque no voy a explayarme mucho en cada uno de los platos, (creo que con las fotos es suficiente) siento decir que no hubo ninguno que se salvara del suspenso absoluto. Cero producto, salsas cortadas, sabores planos a más no poder, comida fría, emplatados de segunda división… un despropósito que desde un primer momento me hizo dudar de si Sara estaba en cocina o de si aquello era una broma de muy mal gusto.
La trilogía inicial no es más que un símil entre “Lo que pido VS lo que me llega por AliExpress” y es que lo del “octogenario” buñuelo de Almussafes era de juzgado de guardia y un previo aviso de lo que estaba por llegar. Considero pretencioso llamar figatell de sepia a una bola de sepia troceada, pero lo del “sang amb ceba” con morcilla y cebolla… nunca antes un plato (la vajilla) estuvo tan caliente y el producto (la morcilla) tan frío. Ojito a esa salsa. ¿En serio esto se ha probado en cocina? ¿En serio esto ha recibido el Ok por parte de la cocinera? Yo no me lo creo y tampoco me creo que devolviendo los platos a cocina casi intactos no se pregunten qué diantres está pasando.
All i Pebre de anguila, conejo relleno de espinacas y un lomo de pescadilla (que ha visto tiempo mejores) son ejemplos de platos principales en un menú degustación a precio de casi algún que otro restaurante Michelín de los alrededores. Para terminar, un cabritillo con queso Catí en el que sobra hasta la forma de pintarlo.
Estoy tan enfadado por la cocina que aun se acentúa más el bajo nivel de la sala. Ningún cambio de cubiertos, platos que no se explican, una actitud de despreocupación alarmante… sólo pienso en acabar con esta agonía cuanto antes, quitarme el monigote de los Santos Inocentes de la espalda y llamar a Pascual para peguntarle, ¿dónde te has metido?
Sinceramente, no se que ha podido pasar. Se que son momentos de muchos cambios en el restaurante, pero aun así considero que no deberían ser tan visibles desde fuera ni tan perjudiciales para el comensal. Sólo Piero al final de la cena y tomarme un café junto a Pascual un par de días después pudieron levemente salvar a Alma del Temple de la quema absoluta.
¿Lo único bueno? De ahora en adelante sólo se puede mejorar.
Lo mejor: No se puede hacer peor
Lo mejorable: El servicio
Lo peor: La comida
Alma del Temple
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