Anhelo (Castellón)

Carrer de Gràcia, 26
Castellón
Tel. 624 610 258
www.anhelorestaurant.es

Campos difíciles crean hombres fuertes

Si ya es difícil atreverse a reinterpretar platos tradicionales, imagínate hacerlo en una ciudad como Castellón, la provincia más olvidada de la Comunidad Valenciana gastronómicamente hablando y en la que intentar demostrar que hay vida más allá del arrocito de los domingos es algo que todavía a muchos les cuesta entender.

Si a eso le sumas su ubicación, en una calle de poca visibilidad, pues apaga y vámonos. El local es pequeño, algo angosto pero acogedor, al menos el salón principal, al fondo del restaurante. Aunque existen varias opciones de menú, alguna incluso algo confusa con la opción de confeccionártelo a la carta, siempre es bueno ir al “grosso” así que Tradición y Vanguardia es la mejor elección.

Los primeros snacks y entrantes del menú son una vuelta de tuerca a la cocina de la zona donde no falta la interpretación del “almorçaret” por parte de Cristian. Tenemos la esferificación de aceituna, que aunque a estas alturas no sorprende, parece necesario hacerlo en un sitio como este. Tampoco falta la torrà o el ximo, el pepito valenciano pero de aquí. No tiene la fuerza visual de Atalaya, pero aquí no valen las comparativas. Todo ello acompañado de una misteleta macerada en cítricos.

La ostra. Hay que darle una vuelta. Las ostras, al igual que el caviar o la trufa no deberían aparecer en los gastronómicos por obligación sino con sentido. No puede ser mejor el continente que el contenido, y es que una ostra de semejante calibre y con lo que debería ser un gran steak tartar venga sin partir y con una pequeña cucharilla que permita saborear el mastodonte. Junior Franco, en su pequeño Paraíso Travel hace algo similar con infinito más sabor.

Mejora la cosa con una crema de almendra marcona, mojama en salazón y huevas de arenque ahumado. Una especie de ajo blanco refrescante, sabroso y salino. Y si con este plato hubo una mejora considerable, fue con la titaina envuelta en tonyina de sorra y aire de piñones donde Cristian se graduó. Es un plato muy interesante, muy auténtico y que junto a la quisquilla cruda formaron lo que considero los tres mejores pases de la comida. Aún así, cuidado con el exceso de kumquat pues su sabor puede llegar a ser demasiado invasivo para la sutileza del marisco.

Es el turno de los principales y lo hacemos con un calamar relleno de atún y una holandesa (muy equilibrada) a base de la tinta. Continuamos con el pase de arroz. Muy bueno por sí solo y por eso mismo no entiendo esa especie de tataki de atún por encima que distrae del sabor absoluto del protagonista del plato. Lo veo innecesario, pero puestos a usarlo lo transformaría en un pase aparte, además una secuencia de arroz-pescado-carne siempre es bien y más estando en la Comunidad Valenciana.

Para terminar, un muy correcto magret de pato al que no se le puede echar en falta sabor pero al que le falta un emplatado algo más atractivo. Unos quesitos sirven de antesala para la parte dulce, la cual me dejó bastante indiferente y más viniendo de donde viene.

Ojalá el atrevimiento y la ambición de Cristian le permitan crecer en una ciudad que a día de hoy parece inmersa en la tradición pura y dura y donde una gastronomía 2.0 sigue siendo tan difícil. Quizás ese miedo sea el motivo por el que algunos platos no sean redondos y salgan algo “cojos” de cocina. Igual también son los medios o el hecho de no tener aun la seguridad de llenar todos los días o una clientela fija que entienda esta cocina tan tradicional, pero con ese toque de vanguardia. Yo le seguiré de cerca pues si se lo cree, pienso que puede salir algo interesante.

Cabe destacar también el trabajo en sala de Héctor Salvador, no sólo por su entrenamiento diario del tren inferior subiendo y bajando continuamente las escaleras que separan la sala de cocina sino por intentar “llenar” esa sala a veces vacía. Quizás no tenga una bodega con la que poder sacar todo su potencial, pero creo que el tiempo le irá dando mayor opciones de protagonismo.

Lo mejor: Atreverse en una ciudad tan tradicional
Lo mejorable: Algún plato pasa sin pena ni gloria
Lo peor: Castellón necesita mayor visibilidad

Anhelo Restaurant
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