Calle la Paz, 7
Valencia
Tel. 960 644 459
www.birlibirloquebar.es
Por arte de magia, o ¿de engaño?
Tiene una ubicación privilegiada, además de una terraza ideal para la noche, cuando el tráfico es mucho más pobre que durante el día. Se auto definen como Gastro Wine Bar que no se muy bien que diantres viene a decir, pero en el que me costó encontrar alguno de los tres término incluso por separado.
No te voy a mentir si te digo que no tenía mal recuerdo de Birlibirloque, que no es la primera vez que iba a tomar una birrita after work, y que siempre me iba con ganas de probar su carta de una manera algo más distendida. Conociendo al vecino de arriba, su hermano mayor, Entrevins esperaba algo más de nivel ya no sólo en cuanto a la bodega sino también a la cocina. Sobre el servicio no esperaba gran cosa puesto que es algo que arriba tampoco he solido destacar, pero como pasa algunas veces, las buenas “vibras” desaparecieron en cuanto se abrieron las puertas.
Los camareros están porque sino sería un autoservicio, pero llega a sorprenderme la actitud de algunos de ellos. Yo puedo entender que la bodega de este bar no esté a la altura de la del restaurante superior, pero la liturgia alrededor del vino debería ser más o menos la misma. ¿Cómo es posible que se pida un vino y se sirva todo él a cara perro? Sin mostrarlo, sin catarlo, con tres dedos por copa… y ¿la comida ya la sabes? Pues sí, ya la se. ¡Aún no he terminado de pedir y ya están casi todos los platos en la mesa!
La velocidad a la que salen los platos es similar a la batalla Rossi-Stoner en el sacacorchos (no podía usar otro símil) de Laguna Seca. Aun no has empezado a comer uno, y ya te han traído dos más, pero es que sigues por el primero y ya tienes que hacer malabares para que quepan los nuevos, así hasta un total de cinco en apenas ¿7 minutos?. Unas bravas que es imposible decir que estén recién hechas, unas croquetas que no había por donde cogerlas y un mollete de steak tartar con yema de huevo curada cuyo aspecto dejaba bastante que desear.
Nada huele a casero, más bien a desgana y ningún plato a excepción de la coca de papada dice absolutamente nada. Llegan platos algo más elaborados, los que a priori y en carta pintan de puta madre, pero en cuanto aterrizan en la mesa, de nuevo la desolación. Sepia sucia con miles de cosas para no fallar, y sin embargo ni la morcilla ni el blanquet tienen apenas sabor, pero la cosa se pone aun peor cuando hacen acto de presencia las alcachofas plancha con ¿espuma? de boletus y jamón, y las paupérrimas (en todos los sentido de la palabra) cocochas de bacalao al pilpil con guisantes y huevo frito. ¿En serio?
Joder, me voy con hambre, pero he comido tan mal que no me apetece seguir pidiendo cosas. Y lo peor es que salgo por la puerta con la sensación de que parece ser la tónica del lugar, no pensando que pueda ser algo puntual. Ojalá me equivoque porque creo que Entrevins no es un mal sitio, pero lo de Birlibirloque sí que me ha parecido una puñalada trapera que no merece Guillaume.
Lo mejor: La coca de papada
Lo mejorable: El servicio
Lo peor: Los platos
Birlibirloque Gastro Bar
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