Cañabota (Sevilla)

Calle Orfila, 3
Sevilla
Tel. 954 870 298
www.canabota.es

«Abrásame» fuerte a ti Juan Luis…

Junto a Bagá, en Jaén, Cañabota era una de mis visitas obligadas en esta escapada a Sevilla. Le tenía muchas ganas a este local, especialmente por su concepto, tan diametralmente opuesto a lo que vemos en la ciudad.

La entrada al local (al bueno, al que hace esquina) ya presagia lo mejor. Te recibe una vitrina de pescados y mariscos de diferentes aspectos y calibres, una línea de mesas altas a tu izquierda y la barra “japonesa”. Es ahí donde debes estar, no te conformes con conseguir mesa, tu objetivo es sentarte en uno de esos taburetes frente a las brasas. Sólo ahí podrás disfrutar del verdadero espectáculo, de Marcos dominando el fuego, de Rafa emplatando y mandando por lo bajini; y como no, de Juan Luis. Esa manera de saludarte, de explicarte, de ayudarte… en definitiva, y como diría Adriana Moragues, quiero conjugar con este pavo todos los verbos que acaben en arte.

Esto es un local 99% ictiófago y de ahí que la carta sea tan escueta y tan del día a día. Es lo que tiene el mar… y sino que se lo digan a mi admirado Jose Vicente, propietario de uno de mis restaurantes fetiche, El Bressol.

La mejor opción es dejarte llevar, darle vía libre a la cocina y que vayan sacándote platillos hasta que te plantes, sabiendo que aquí el producto no puede tener un precio fijo así que cuidado a la hora de hacer los cálculos. Aún así, no te vengas abajo que aquí hemos venido a disfrutar.

La mayoría de bivalvos se sirven “a pelo”, sin gilipolleces, con un tamaño considerable y con un sabor puro. Con productazo así, no hace falta hacer nada. El tartar de gamba blanca es espectacular y es tan bueno que el caviar, opcional, no mejora el plato, quizá habría que darle un toque de brasa… ¿Bittor? (Etxebarri).

Soy de la opinión, que el carabinero, il capo de los crustáceos decápodos, suele tener más presencia que sabor. Que donde se ponga una buena gamba roja… pero a la brasa todo cambia y es verdad que el tamaño de semejante bicho hace que la parrilla sea tras el mar, su mejor hábitat antes de hincarle el diente.

Aún así, si tengo que quedarme con un plato, me quedaría con la corvina curada en agua de mar. Parece el plato más sencillo pero el resultado es espectacular. Y para terminar, un romerete a la brasa, abierto y emplatado a vistas del comensal con diferentes partes del bicho para distinguir los diferentes matices. Es aquí donde se ve la esencia pura de Cañabota, donde se juntan todas las ideas y el despliegue cocina-sala.

Tiene cojones que apenas una semana después de estar allí comiendo, me vaya con tan buen sabor de boca y justo ayer, en mi ciudad natal, ¡PEIM! ¡Estrellaca al canto! Enhorabuena.

Lo mejor: JUAN LUIS (sí, en mayúsculas)
Lo mejorable: Ese bacalao final… cogido con pinzas
Lo peor: Tanto xx/100grs puede asustar al final

Cañabota
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