Avenida la Rambleta, 59
Catarroja, Valencia
Tel. 644 382 910
www.capepes.com
No es lo que comes, es como te hacen sentir
Esta historia se remonta a las 16:38 de un 6 de Octubre de 2022 cuando un tal Alejandro Pascual me abre un MD para comentarme una foto de Abel Valverde tras mi visita a Desde 1911. “Yo tengo un bar”.
“Tienes que venir a mi bar a que me zurres una buena hostia de realidad”. Esas fueron sus siguientes palabras. Rastreo las coordenadas del mensaje esperándome un punto rojo parpadeando en alguna zona de Barcelona, Madrid, Amsterdam… cuando de repente, ¡ahí está! Hago zoom sobre el mapa… ¡Catarroja!.
Un tío que sabe de Abel Valverde hay que darle una chance. Un tío que agradece tu trabajo y te pide que vayas a “zurrarle” hay que quererle. Un tío que tiene un bar cuya clave de wifi es “torreznos” hay que adorarlo. Allí que voy.
Mi primera visita fue totalmente de extranjis, como siempre, con mi bigote daliniano y mi sombrero castoreño estilo “picaor”. Es lunes noche, en el interior del pub irlandés local no hay ni Perry, más allá de un par de parroquianos en la barra, me siento en la terraza y ¡joder! Da la casualidad que allí está sentado Alejandro con su familia, silencio el móvil pues estábamos hablando vía instagram de cosas random y me siento detrás de él para controlar todos sus movimientos. Él no me conoce, pero yo lo tengo fichado.
Echo un ojo a la carta, y ¡hostias! Hay de todo, desde las tapas más básicas que debe haber en cualquier bar cuando decides montar un bar, hasta un chuletón o algún que otro producto ibérico, pasando por arroces, burgers y queso frito con mermelada (…), pero es que sigo investigando y ¿qué hace una botella como esta en un sitio como este? Veo ciertos destellos en la bodega que no se corresponden con lo que allí consume la mayoría. Ca’ Pepes abre todos los días desde primera hora hasta última, lo mismo puedes ir a tomarte un café para desayunar, que una paella los domingos. Ahh y el chupito de cassalla a cualquier hora. Se nota que aquí se conocen todos y que su clientela es fija, al fin y al cabo estamos en un poble, con sus pros y sus contras.
Pedimos unas croquetas, un bocadillo y una hamburguesa. Las croquetas son caseras y no están nada mal, además tienen bastantes opciones donde elegir, pero es la burger lo que más llama mi atención tanto por el punto de la carne, como por el sabor y el pan. Se llama “the lift” y se nota que es una de las reinas de la casa. El precio en general es otro punto a destacar y es que aquí por 20 pavos te puedes ir cenado de sobra.
Empiezan a repetirse las visitas, mucho más serias en cuanto al comer y el beber, y me voy dando cuenta que Alejandro quiere más pero ni tiene claro como llevarlo a cabo, ni compañeros que le acompañen en es este viaje. Alejandro peta su local pero para él no es suficiente. Tiene vinos que acaba descorchando en soledad y ofreciéndoselos a sus clientes de confianza, se interesa por visitar bodegas, seguir formándose… pero yo sigo viendo incoherente acompañar un Pícaro del Águila con un chivito de segunda o un sandwich vegetal. Tras este párrafo tan literario en tercera persona me doy cuenta que “Louis, presiento que éste el comienzo de una buena amistad”.
Empezamos a probar carnes, pescados, abrir botellas juntos. Muy buena titaina, y sorprendente tempura de verduras pese a los gambones, unas alcachofas que ¡vaya tela como están! No importa la forma ni el modo, se nota que son de calidad. Imprescindibles. Los bocadillos no son nada del otro mundo, algunos incluso no querrían salir en la foto al igual que otros platos que seguramente nunca pediría y que en mi humilde opinión no hacen bien a la carta pero que sin embargo salen constantemente hacia otras mesas. No entiendo tampoco como haciendo ese platazo de patatas a lo pobre con huevos y ajetes, luego oses plantarme unas patatas congeladas con según que platos. ¡He visto sentencias judiciales mucho más duras por casos menores!
El tema carnívoro va por buen camino. Está claro que a estas alturas, ni por ubicación ni por público puedes ofrecer ciertos cortes, ciertas razas o ciertas maduraciones, pero bueno, empezamos a ver producto ibérico y quien sabe si de aquí a unos meses no podemos traer un par de cortes premium y anunciarlo sólo para unos pocos. Igual es más fácil empezar con un par de chuletas de rubia gallega o casina asturiana antes que con un buey que no es buey. De momento, yo me ceñiría en mejorar los atemperados, el trichado de las chuletas y los puntos, nada fácil pero factible. Sobre los pescados y mariscos……. sigamos mejorando las carnes.
Ahora sí que sí. Ca’ Pepes no es un sitio que yo hubiera visitado sino fuera por lo aquí contado. Que me apetece una una birra y da la casualidad que estoy por la zona, pues sí, entraría porque tienes birras donde elegir y porque lo visto en el resto de la avenida, ojito. La carta es demasiado extensa y no sabes muy bien por donde van los tiros, además, hay mucho congelado de dudosa calidad, pero ¿vas a los sitios sólo por como se come? Alejandro ha conseguido que no sólo vaya a su bar si estoy por Catarroja, sino que ir a Catarroja sea una obligación. Eso sí, ¿sería igual la visita sin él allí? Si la respuesta es negativa, mi valoración bajaría de manera considerable.
Ca’ Pepes es el ejemplo perfecto de un sitio al que vas por como te tratan, sobre todo si está Alejandro, un tío joven pero con una ambición mayúscula. No sabemos si conseguirá darle la vuelta de tuerca que él quiere pero que su local no necesita (muy importante este detalle) aunque muchos agradeceríamos. El tiempo dirá no sólo si lo consigue sino quien quiere acompañarle por el camino. Yo me subo al carro, y sino, pues seguiremos compartiendo un Matarromera junto con una burger con los toppings más de moda posible.
Lo mejor: Alejandro, su ambición, sus detalles…
Lo mejorable: Algunos platos son de serie B
Lo peor: Cualquier cambio no va a ser fácil
Bar Restaurante Ca’ Pepes
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