Calle de la Moreria, 17
Madrid
Tel. 913 651 137
www.corraldelamoreria.com
Norte y sur se abrazan en la capital
Es uno de los restaurantes con más historia de Madrid, y aunque suene paradójico nunca lo ha sido precisamente por su cocina, sino por su espectáculo. Sin embargo, y desde hace unos años, sus mesas están entre las más cotizadas de la capital Si te gusta el flamenco, deberías visitarlo alguna vez. Si no te gusta, aquí te gustará. No hay un sitio igual.
Fue en el año 2016 cuando se decidió dar una vuelta de tuerca a lo que por aquel entonces era un restaurante de corte mucho más clásico y en el que el principal motivo de visita era disfrutar del espectáculo de flamenco. El flamenco sigue siendo el reclamo, bien es cierto que tras el fichaje de David García y la introducción de un gastronómico en un diminuto salón (para ocho comensales) anexo a la entrada principal, el mensaje estaba claro. El mejor tablao del mundo debía tener un restaurante a la altura.
Y estar, está, pero me quedo con ganas de más. Un menú de apenas 9 pases, bastante correcto, que en mi opinión se queda corto, tanto por número de platos como por cantidad de comida, y con esa bodega, y semejante selección de vinos por copas del marco de Jérez… o me das de comer o acabo encima del escenario cual Joaquín Cortés. El inicio del menú es un platazo a base de guisantes lágrima y cebolla que es tan sencillo como espectacular, un inicio ideal en el que se ven claras las intenciones del cocinero, una cocina actual con guiños a la cocina vasca.
Continuamos con un carpaccio de vieiras con tartar de tomate en el que lo más destacable es precisamente esto último. Se acompaña con un ajoblanco de coco tan sutil que apenas ofrece nada, al igual que ese sucedáneo de caviar que se queda en un quiero y no puedo. Por suerte la cosa mejora notablemente con unos tallarines de calamar y caldo de chipirón en el que perfectamente podrían haber dejado la jarrita en la mesa, traer una más de pan y empezar a mojar como si no hubiera un mañana. Llegan las cocochas, o mejor dicho la cococha con purrusalda. Bien, normal, pero estoy llegando a la mitad del menú y tengo más hambre que el perro de un ciego. Espero que con los principales la cosa cambie.
Lubina y gilda. Combinación puramente vasca con una textura del pescado simplemente espectacular. No, no estaba poco hecha, mucho menos cruda. Estaba de diez. Os lo digo a vosotros y al resto de comensales que había en el salón ese mismo día pidiendo que por favor se la pasaran un poquito más. El puchero flamenco me lo comí porque tenía que llegar a mi cantidad mínima de calorías y porque los generosos estaban empezando a hacer de las suyas, pero a decir verdad fue el plato que menos me gustó, tanto por sabor, como por textura. Una especie de crema catalana cuajada con hinojo, garbanzo y bacalao que ni fu ni fa.
Para terminar, pichón (¡como no!). But I said no, no, no y en su lugar, un muy sabroso cordero, pero como era de esperar, tamaño “mini wini”. Y con un par postres servidos demasiado aprisa para llegar a la hora del espectáculo, se acaba la función.
El trabajo de David García es bueno, pero para lo corto que resulta el menú, todos los platos deberían ser sobresalientes y no es el caso. Respecto a la sala, pocos peros se pueden poner a excepción de ese final tan apresurado y esa sensación de “abandono” en cuanto me pasaron a la zona principal del Corral. De hecho, avisé justo antes de pasar que me encantaría terminar con algún palomino cream o algo que el sumiller considerara y todavía estoy esperando con qué acompañar el espectáculo flamenco.
Otra cosa que tampoco me gustó es que justo antes de entrar al restaurante y ya desde bien lejos se veía un tráfico constante de camareros por fuera del local con las bandejas llenas de comida, entrando y saliendo sin parar. Yo no daba crédito porque encima estaba lloviendo, pero es que me sorprendió aún más ver a muchos de ellos sentados por los alrededores fumando o hablando con el móvil, dando una imagen poco profesional del lugar.
Lo mejor: La bodega en general, el tablao en particular
Lo mejorable: El menú resulta corto y no perfecto
Lo peor: El trajín de camareros por fuera del local
El Corral de la Morería
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