Passatge Portixol, Urb. Cala’n Bosch, Parcela 5
Ciutadella, Menorca
Tel. 971 384 188
www.godaimenorca.com
Y sin embargo… ¿quién manda aquí?
A apenas diez minutos de la fantástica Ciutadella menorquina, un espacio casi bucólico para algunos, que parece haberse desvinculado de la filosofía y estética de la isla, una mini ciudad con una oferta gastronómica para todos los gustos donde poder «viajar” sin apenas salir de tu habitación.
Godai está ubicado dentro de un complejo hotelero espectacular llamado Suites del Lago que pertenece al grupo Gastro Hub, que a su vez pertenece al grupo Moga, con sede en Valladolid, aunque con miles de negocios en la isla, pero como ya me he mareado y estoy hasta la polla de pensar… decirte que es como cuando tienes un iMac antiguo que en su momento te costó un pastizal y le conectas un cable a su único puerto USB para que de su mochila económica empiecen a salir infinitos negocios, hoteles y restaurantes.
Uno de esos restaurantes es Godai, el supuesto primer restaurante japo-menorquín del mundo, de la mano del cocinero Julián Mármol. Pues bien, el restaurante es una fantasía en cuanto a decoración, infraestructura y todas las pijadas que quieras. Todo a la altura de lo que esperas. Además, y como ya te adelanto la comida es espectacular, sí, como lo lees, y es que para mi asombro visto lo visto en otros aspectos, pocos peros te puedo poner; que la ventresca de atún no es la más top que existe, correcto, que el wagyu no es un A5 como debería ser dado el precio, te lo compro, pero en general una calidad más que notable. Y lo más curioso es que habiendo bastantes asiáticos en el equipo de cocina, ninguno de ellos parecía japonés.
El producto es bueno, quizás en el sashimi es donde te das cuenta que no estás en una calidad Top 3, pero si en un Top 10 y eso es de alabar. Todo tiene muy buenos emplatados y aún mejor sabor, ejemplo de ello el espectacular tartar de atún, las gyozas e incluso los nigiris, destacando el chutoro con caviar del cual hubo que repetir. Te podría decir que el shari es infinitamente más flojo que en Ebisu by Kobos o que en muchos otros japoneses visitados, pero en conjunto salen my bien parados. Quizás la burger de wagyu sea lo único a revisar y es que productos así no necesitan extras, y si los lleva no deberían tener más protagonismo. Buen pan, mejor carne y tienes el mejor katsu sando de tu vida. Comí tan jodidamente bien, que al finalizar la cena no tuve más remedio que preguntar por el encargado, pero no por el encargado del restaurante, sino del complejo… la cosa iba en serio.
Y es que toca hablar de la sala y por tanto del servicio. Voy a ser bueno y voy a salvar a Alex, el sumi, por eso de hacer amigos en todos lados y porque coño, se lo merece. Se lo curró dentro de sus posibilidades. Al pianista no lo voy a contar aunque me tocara a Ludovico de fondo o me pusiera el Flying Free de Pont Aeri que eso siempre es un detalle a tener muy en cuenta (hacedle llegar mi agradecimiento por favor). Pero vamos con il grosso, con los que interesan de verdad, el resto. Ay el resto…
Tras cruzar un puente y abrirte paso entre los guiris que abarrotan la zona, llegas a un mostrador que divide Kaypa y Godai, un portátil, un móvil, y un letrero de “espere a ser atendido”. Y vaya si hay que esperar, lo curioso es que haya que hacerlo frente a las placas rojas de Michelin con lo que ello significa para un local. Sigo esperando junto al atril cuando de repente una pareja de guiris, tras hacerse el canónico selfie sacando morritos, y sin miramiento alguno me adelantan por la derecha cual Verstappen a Hamilton en Albert Park, encaminan la escalera a la parte superior del restaurante y hasta luego pringao’. Visto lo visto, pregunto a un muchacho que asoma la cabeza desde lo alto:
– ¿Subo yo o bajáis?
– Sube tú que la hostess está aquí.
– (…)
He llegado 7 minutos antes de la hora de reserva (7 minutos eh) por lo que la hostess, llamémosle anfitriona y dejémonos de gilipolleces, me avisa que “buff, te va a tocar esperar porque ha venido todo el mundo a la misma hora y encima aún no es tu hora”. No hay problema, me tomo algo durante esos siete seis minutos que faltan ya y listo. ¡Vale! Al tomar asiento y asimilar la situación veo que el total de comensales en ese momento es de 8. Ocho. ¡OCHO! ¡Eight people! En un espacio de, no sé, ¿¿¿cuarenta??? En Fin, lo peor estaba por llegar…
¿Por qué cojones hay una camarera bailando tras la barra y otro camata enseñándole cosas con el móvil mientras ambos dos se descojonan y se dan “arrumacos” en pleno servicio? ¿Por qué cojones hay una camarera revisando su móvil o con los brazos cruzados? ¿Por qué cojones hay un cocinero con las manos en los bolsillos viendo cortar un maki a uno de sus compañeros? No se les ve muy estresad@s como para decirme que me va a tocar esperar, mucho menos para soltarme, una vez decido pedir más cosas por tener hambre:
“Está la cocina a tope, igual ahora tienes que esperar unos treinta minutos.”
Me voy de Godai contento por lo bien que he comido, pero muy disgustado por lo visto en la sala, por el trato recibido y sobre todo por las formas. Todo ello en un sitio que obviamente no es barato y cuyas aspiraciones son las de mantener el reconocimiento de Michelin. Todo esto se lo hago saber a Mateo García, director de F&B del espectacular complejo al cual le doy las gracias por su tiempo y su amabilidad incluso pasada la medianoche.
¿Conclusión? Cuantos más japos visito, más extraño a Félix y su Kiro
Lo mejor: La comida es sorprendentemente buena
Lo mejorable: La burger de wagyu debería ser excelsa
Lo peor: Mateo García y yo lo sabemos
Godai
Facebook | Instagram | Tripadvisor
Todas las imágenes tienen copyright
No te pierdas nuestra última entrada