Gran Rhin (Murcia)

Plaza San Pedro, 5
Murcia
Tel. 652 165 401

La vida es esto

Sólo hay un camino hacia la felicidad y es el hecho de entrar a un bar, al que acudes por primera vez, y te hagan sentir como si fueras el parroquiano de arriba, el que baja cada noche a saludar al equipo, acomodarse en la barra con su copa de vino, su tapita y hasta mañana.

Aunque tenía este bar en el punto de mira desde hace un tiempo, también existían serias dudas sobre el mismo pues pocos me hablaron de él y la mayoría de comentarios de Mierdadvisor los ponían a parir. Aunque la reserva ya estaba hecha, decidí salir de dudas preguntando tanto a Antonio de @comerviajarynadamas como a @mesa_para_2__ Ambos me respondieron lo mismo, muy buen género. No necesito más.

La entrada al local, como pasa en Cañabota ya es una declaración de intenciones en toda regla, una gran barra con muy buen material en la que el pescado y el marisco son los grandes protagonistas. Tras la misma, Jorge, el que controla el productazo. Y tras recorrer la barra nos sentamos en una de las pocas mesas altas del final de local, quizás la zona más cómoda y que no te aísla del ambiente, como sí puede pasar en el salón interior. En cuanto nos acomodamos conocimos a Francisco, un camarero de la vieja escuela, tan grande como profesional, tan serio como simpático y tan seco como agradable. Me recordó a mi querido José Vicente de El Bressol y quizás sea ese carácter lo que no sea del agrado de muchos. A mi personalmente me gusta, porque son tan profesionales en lo suyo y saben como tratarte que todo lo demás pasa a un segundo plano.

“Aquí todo se puede pedir de manera individual, ya sea una gamba, una navaja, una almeja de carril o una cigala abierta por la mitad…” Porque así es como debería ser en todos los sitios, porque el producto hay que disfrutarlo en pequeñas porciones y conforme vaya avanzando la noche y el apetito ir viendo que más pedir.

Como no, empezar con la tapa referencia de la región es algo casi obligatorio, y tras ella, el festival marino. Ostras, enormes almejas de carril, unas navajas con pimienta recién molida… un pulpo que nos recomienda encarecidamente Francisco. Aquí no se cuece, sino que se asa al horno durante dos horas y cubierto con cerveza. Dos grandes trozos para probarlo que se deshacen en la boca.

Probamos la hueva de mújol, de las que se “pellizcan”. ¡Qué maravilla! Que bien trabajan los murcianos el tema de los salazones en general. Continuamos el festín con la gamba roja y la cigala. Pese a que a mí la gamba me gusta un pelin menos hecha, estaba espectacular, al igual que la cigala que sin llegar a ser tronco tenía un tamaño considerable.

Para terminar, unos caballitos murcianos, las gabardinas de toda la vida, que aunque no son santo de mi devoción, pues hay que probarlos y como aún había gusilla y estás tan a gusto, pues le seguimos dando cuartelillo a Fran para que nos sacara algo más. En este caso unas alcachofas con jamón y parmesano que como era de esperar fueron lo más flojo de la noche y es que cuando tocas el cielo, lo demás pasa a ser totalmente secundario.

Tras la experiencia me sorprendo aún más si cabe sobre los comentarios negativos de este sitio, la mayoría de ellos referentes al precio y al trato. Viendo la carta te aseguro que hay tapas y precios de bebida más baratos que en muchos de su alrededor, pero es que además, ¿cuánto crees que vale el marisco fresco? A mi aquí me ha parecido muy competitivo, y lo único que se le podría objetar es el hecho de desconocer los precios/mercado del mismo.

Lo mejor: Francisco y el marisco (en ese orden)
Lo mejorable: Los platos más “innovadores”
Lo peor: El salón interior te aísla demasiado

Gran Rhin
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