Lera (Castroverde de Campos)

Calle de los Conquistadores Zamoranos, s/n
Castroverde de Campos, Zamora
Tel. 980 664 653
www.restaurantelera.es

La caza es otra forma de cocinar

En plena Tierra de Campos, Luis Lera ha conseguido convertir el pequeño pueblo de Castroverde de Campos en destino gastronómico obligatorio, en especial para los amantes a la caza.

Y el mérito del cocinero no es sólo haber puesto en el mapa este páramo zamorano de poco más de 200 habitantes sino el de conseguir el reconocimiento casi generalizado de que otra cocina es posible. La cocina de siempre, la de cuchara en la que la caza tanto menor como mayor se convierten en platos que pueden parecer simplones pero que llevan mucho trabajo detrás. Una cocina que mantiene un compromiso casi vital con la sostenibilidad y el territorio, algo que me recuerda muy mucho al éxito del grupo Cañitas con Oba- en otro pueblo como Casas Ibañez.

Cuando hablamos de caza, seguramente pensamos en comidas potentes y sobremesas de visitas constantes al baño, aquí no, aquí está todo muy pensado y muy equilibrado y quizás para mí ese sea el mayor mérito de Luis Lera. Los escabeches son suaves pero aromáticos, las legumbres se deshacen en la boca y la caza mayor se presenta en pequeños bocados super ligeros, como es el caso del fiambre y lengua de jabalí o el morcillo de ciervo.

Y es por ello que pese a la recomendación de @esdoctorchef de no volverse loco y pedir con cautela, no le hice ni puto caso y fui a dolor, al menú más largo como siempre y aún así preguntando por algún plato de más. Conviene saber que el famosísimo pichón de la casa es un plato únicamente del menú largo así que si decides ir al corto, acuérdate de avisar que te añadan ese pase sí o sí, y es que ese plato se ha convertido en icónico por méritos propios.

No siendo nada fanático de este tipo de ave y aun más tras lo aborrecido que lo tengo como pase final del 99,9% de los gastronómicos de España y parte de Europa, he de decir que este es totalmente diferente. De tamaño casi enano, este Pichón Bravío tiene un sabor intenso pero elegante, culpa de ello es la salsita con la que se cocina a base de su propia sangre. Muy buen plato pese a mis reticencias iniciales.

Pero si realmente hay platos de gran nivel y con los que más he disfrutado son todo aquellos que se comen con cuchara. Por ejemplo, la sopa de paloma bravía es un plato contundente en todos los aspectos, a nivel visual es bonito, a nivel olfativo es potente y en cuanto te lo llevas a la boca… ¡WOW! Ese azafrán junto al toque picoso final es magia, al igual que las colmenillas rellenas de paté de caza menor y como no, las legumbres. Una pena que dos de los cuatro platos que completan el menú largo sean similares en contenido (pero no en continente) a los ya incorporados en el menú normal. Hablo del pato azulón con ensalada de maruja o de la paloma con cacao y avellana.

El servicio en Lera, comandado por un ejemplar DON Ramón Blas es cercano y profesional aunque para nada protocolario. El veterano de la sala lleva más de treinta años dirigiendo el percal, pero dando cada vez más responsabilidad al joven(císimo) equipo que lo acompaña, en especial a Adrián Ferrón, un chaval con unas capacidades brutales para dominar la bodega del restaurante. Una bodega interesante y con mucha proyección en la que sorprende una selección de vinos por copas tan corta como poco local en semejante tierra vinícola. Hubo que conseguir hasta tres cartas diferentes para empezar a ver algo que realmente llamara mi atención para finalmente darle el mando a Adrián y que fuera él quien se encargara de darme de beber.

Lera es el templo de la caza y una parada obligada para todos aquellos que nos fascina este mundo. La estrella Michelin sirvió para reafirmar el gran trabajo que lleva años haciendo Luis en este “desierto” castellano que empezó con su familia y ahora con un toque más gastronómico. Palomas, perdices, codornices, pichones, jabalíes, corzos, conejos, liebres, patos… Lera.

Lera

Lo mejor: Materia prima de caza sin igual
Lo mejorable: Algún pase extra del menú largo
Lo peor: La parte dulce

Restaurante Lera
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