Calles Columbretes 19
Valencia
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Para vosotros, mejadors
Y ahí saltan los jugadores al terreno de juego, el estadio, con el cien por cien de las entradas vendidas es un clamor. Por un lado, el equipo de Quique Dacosta. Por otro, el de Ricard Camarena. Pero… un momento, van vestidos igual, camisa blanca, delantal azul, ¿qué es esto? ¿qué hacen? Se funden en un abrazo y ¡FUUUU-SIIIIIII-OOOOOOOOOON!
No, no son Vegeta y Goku, sino Elías y Sandra, una pareja al mando, que tras varios años por las mejores cocinas de Francia y Valencia, como El Poblet, Fierro o Ricard Camarena han decidido sacar adelante su proyecto en una ciudad que tanto les ha dado y en un barrio que tanto nos está dando. Quizás su propuesta pueda sorprender a priori, y más viendo su ubicación, algo más alejada de la zona de confort del barrio y con un ideario “francés” pero en versión 2.0. Es como si pilláramos el libro de la homóloga de Simone Ortega en el país vecino y empezaran a meter técnicas y emplatados mucho más actualizados.
Ese concepto afrancesado también se ve en una carta excesivamente corta, con apenas cuatro entrantes a 12€, cuatro principales a 26€ y cuatro postres a 12€ y donde quizás el concepto tan nuestro de “compartir” se quede en un muy segundo plano. Una putada cuando además no se ven cambios de manera continua o alguna que otra sugerencia del día y según mercado. Entiendo que al principio es lógico, no sólo para romper mano sino para depurar posibles fallos que puedan surgir los primeros días. Aún así, decir que los puntos de cada uno de los platos son simplemente perfectos, y sobre los fondos o reducciones… más de lo mismo. ¿Tendrá algo que ver “salsas y terruño” de Yannick Alléno?
Quizás haya ciertos platos no tan vistosos, como el de repollo y cerdo o el tatin de endivia y trufa negra, y sin embargo sorprenden una vez se prueban. Por lo demás, poco más que objetar, quizás y a nivel personal echo de menos algo más de producto (aunque toque pagarlo) y un poco más de cariño a una tabla de quesos que estando buena, parece más una justificación por concepto que por querer ofrecerla.
Mengem es otro local de los que suman. Ser autónomo es España no es fácil, montarte un restaurante sin mochila económica detrás lo es aún más, así que sólo por eso, ojalá les vaya bien. Fácil no va a ser, y es que aunque la cocina es muy buena, hay que ver si el público entiende el concepto de este diminuto “bistró francés”. En mi opinión, es el ideal de restaurante perfecto, muy al estilo Giramon o Gallina Negra, donde el ir dos o tres veces se convierte no en una reserva sino en la visita a casa de unos amigos. Quizás por eso es donde más exigente deba ser.
Lo mejor: Propuesta íntima, de calidad y MUY afrancesada
Lo mejorable: Si hay precio único, no debería haber suplementos
Lo peor: La carta pide cambios constantes
Mengem
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