Carrer de Sant Isidre, 28
Meliana, Valencia
Tel. 961 119 110
www.napicol.com
El cuarto mono (el de feria) fui yo
Mizaru, Kikazaru e Iwazaru son la representación mística de una figura en la que aparecen tres monos y que en japonés viene a significar “no ver, no oír, no decir”. Aquí en el barrio de Roca, tal día como hoy esos monetes los llamaremos Chemo, Txisku y David.
El campo base es el restaurante Napicol en Meliana, un local familiar donde todo, a excepción del acceso para los bajos del coche es casi perfecto, al menos así lo he hecho saber en mis múltiples visitas. ¡Hasta el hecho de abrir los lunes! Los invitados, Forastera y el Restaurante Ronquillo de Cantabria. ¿El motivo? La caza, tan difícil de trabajar, como de crear un menú completo, ligero y en el que no te venga a la cabeza una y otra vez el increíble trabajo de Luis en su restaurante Lera.
Antes de empezar a valorar el menú en sí, voy a comentar algo que en mi opinión es injustificable y ya hace que la experiencia en sí, por buena que sea, nunca pueda ser perfecta. Hace unos días hablé sobre el evento de Nomada junto a Peix i Brases y la larga espera de una hora hasta empezar aquel cuatro manos. Nos citaron a las 13:30 y hasta las 14:30 no salió el primer plato, pero lo sufrido hoy aquí no tiene nombre. Me explico.
Como en ningún momento se me informó de la hora del evento, pues llamo y reservo para primera hora, por eso de comer pronto, hacer una buena digestión y seguir con mi vida por la tarde… todo perfecto, incluso tras recibir días antes la llamada de reconfirmación. Llegamos y allí no había ni Peter, pero como la terraza de Napicol es una puta maravilla pues no importa esperar al solete mientras te tomas una cervecita, pero eso sí, sin unas míseras aceitunas. Van pasando los minutos y con ello, la llegada a cuentagotas de la gente, y es ahí donde voy asimilando que hasta que no estemos todos, allí no come ni dios. Son las 14:15, ya no hay sol y nos vamos p’adentro, nos sentamos y mientras esperamos a que alguien nos diga algo seguimos contemplando el entra y sale de los clientes. A las 14:42 decido preguntar no sólo por algo de beber sino por la hora de comienzo. “A las 14:30” me dice la chica (…) Pues ya llegamos 1 hora y media tarde 12 minutos tarde. A las 14:50 sale el vino, y a las 15:02 el primer plato, el pan. Empieza el menú…
Con cierto cabreo me tomo un caldito de caza y habas para atemperar el cuerpo y un estupendo profiterol de morteruelo. Y ahora sí que sí, el primer plato, en este caso por parte de la casa. Una terrina de perdiz y escabeche de calabaza. Perdón, una ESPECTACULAR TERRINA DE PERDIZ y escab… me da igual todo lo demás. Creo llorar de felicidad ya en el primer bocado, y creo asegurar estar ante una de las mejores terrinas jamás probadas en ningún restaurante, incluso por delante de Ababol (Albacete). Desde ese mismo momento se que ningún plato va a superar aquello y sólo pienso en que sea el propio Chemo quien me prepare una terrina similar to take away para las próximas fechas navideñas, así que si lees esto… te lo agradecería.
Sale David a escena con un elegante corte de lomo de corzo, lombarda y castaña. Sale algo frío pero perfecto en punto y en sabor. Poco que objetar, como también pasará con su guisito de verdinas y paloma torcaz, sabroso y con esa cremosidad propia de las alubias.
Y ahora le toca a Forastera con un plato poco menos que controvertido. Txisku parece querer jugar duro y apostarlo todo a una Grouse, que conforme va llegando a las mesas se empieza a oír un runrún general… el olor es desagradable, pero quiero entender que es por el cocinado, pregunto a la camarera por la elaboración, pero como era de esperar no tiene ni idea. Hago como el mono Kikazaru y me olvido de los comentarios de otras mesas, pruebo la carne… ¡hostias! Las reacciones son similares, pero cierro los ojos cual Mizaru y repito la acción. ¡WTF! Imposible comerlo o al menos disfrutarlo. Esto se ha ido de madre.
Al contrario que haría Iwazaru o la propia camarera, empiezo a hacerme preguntas. ¿Está podrida? ¿Ha fermentado? ¿Ha sido madurada de manera incorrecta? Yo estoy acostumbrado a maduraciones extremas, incluso de hasta dos años en Ca Joan pero aquí ha habido un problema con esa faisandage posterior al “rigor mortis” o simplemente no hay paladar para entender ese sabor fuera de Gran Bretaña.
Caza mayor. Pierna de ciervo guisada y asada con boniato y rábano picante. Se repite algo similar al pase de corzo, y es que la carne sale algo fría y creo entender que este reiterativo fallo se produce por tener los platos casi finiquitados en cocina a falta del último toque antes de salir a todas las mesas de manera simultanea.
Vamos llegando al final con una muy buena elaboración de un plato clásico hace muchos años en los grandes restaurantes, que está volviendo a aparecer, como ya pasara con el pichón, aunque de una manera algo más tímida. Hablo de la Royal de liebre. Y por último una becada con todas sus partes; cabeza, patas, salsa de sus interiores y la pechu… ¡un momento! ¿Por qué hay un plato que se ha quedado sin su pechuguita? ¿Otro fallo? A las fotos me remito…
Antes de pasar a los postres se nos ofrece un guisito de jabalí. Por ser guiso y por tanto cuchara, siempre es bienvenido y no está mal, aunque las patatas estaban algo “revenías” como si se hubieran hecho horas antes y agregadas al guiso poco después. En fin, no es un plato diez pero se agradece que esté caliente y sabroso.
Son más de mas 18:00 de la tarde, y sigo comiendo, esto sólo me había pasado una vez. Fue en mi primera visita a DiverXo cuando aun existía el poco demandado menú largo de más de 45 pases que es una de las mayores locuras jamás vivida y que no me hubiera importado acabar en horario de cena. Aquí no ha sido el caso y de hecho, llegados los postres, LlegaronLasPrisas, aparecen el SegundoYTercerPostre a la par… la gente pagando de pie mientras toma el último sorbo de café. Un fin de fiesta a “pijo sacao” que devaluó aún más si cabe la experiencia en sí.
Me encanta Napicol, al igual que Forastera, pero por una cosa o por otra considero que la experiencia general no ha estado a la altura de lo esperado y donde a excepción de la terrina que daba comienzo el menú, no ha habido nada mucho más reseñable. Si a eso le sumamos la espera inicial, las temperaturas o fallos de algunos platos… pues como suele ser habitual en este tipo de eventos, mejor visitarles por separado y disfrutar el doble. Eso sí, las jornadas de cuchara de Napicol deberían volver cuanto antes para compensar la ya mencionada jornada de caza.
Lo mejor: La terrina de perdiz de Chemo Rausell
Lo mejorable: Varios platos en muchos aspectos
Lo peor: La eterna espera es injustificable
Restaurante Napicol
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