Calle de la Ballesta, 6
Madrid
Tel. 915 325 449
www.latasquitadeenfrente.com
El poder de la sencillez
Es un icono de la gastronomía madrileña y su propietario, Juanjo López un cocinero autodidacta que ha conseguido convertir su pequeño restaurante en un local de peregrinaje obligatorio para los apasionados a la cocina de producto.
Pese a su ubicación tan céntrica, y a espaldas de la Gran Vía, una calle que tendrá mil y una historias que contar. Hablo de la Ballesta, una calle no muy larga que curiosamente tiene su fin en la calle del Desengaño y en la que nunca te faltará “compañía” (guiño guiño). Justo ahí, una fachada repleta de grafitis pintados por gentuza que se hace llamar artista, una cristalera, dos escalones y en la entrada, la mesa del verdadero anfitrión.
En La Tasquita se puede comer de dos formas, o lo que tú quieras, o lo que quiera Juanjo. Si es tu primera vez te recomiendo que vayas al menú degustación, ya que es una buena forma de probar los tres-cuatro clásicos del restaurante, hacerte una idea de como se trabaja en esta casa y encima no te complicas la vida. Aún así, no tengas miedo de pedirle a Juanjo algún que otro extra de más para que la experiencia sea total. En mi caso, unos callos a la madrileña, cocinados 48 horas antes y listos para el mediodía del día siguiente. Yo no pude esperar y decidí que fueran el postre de aquella misma noche…
La ensaladilla es uno de los platos más icónicos de la casa, al igual que la albóndiga de solomillo de vaca y aunque están buenos, tampoco te cambian la vida. Así que puestos a elegir, y esta vez de manera casi obligada, me quedaría con el tercero de esos clásicos, que no es ni más ni menos que el salpicón de langostinos. No es lo que ves, es como sabe. Fuera de estos clásicos, unas quisquillas de Motril sólo comparables a la mejor mantequilla francesa o unos loritos (raors) cocinados a la perfección.
Está claro que una buena gamba y una buena ostra no deberían tener acompañamiento alguno, ni aquí ni en ningún sitio, pero tanto el plato de boletus (en dos texturas), como el tixipiron de potera (a la plancha, sin más) son un claro ejemplo de lo que es la cocina de Juanjo, basada en el producto, sin apenas elaboración y rara vez más de tres ingredientes. Si este no es tu rollo, te recomiendo que no vayas.
La Tasquita de Enfrente me recuerda mucho a Askua en cuanto a concepto y forma. Juanjo y Nacho. Ricardo y David. Un templo del producto en el que el maestro va dejando paso a su pupilo. Quizás ahora, tras la salida de Mr. Gadea las diferencias sean mayores y es que aquella presencia en la sala, ese recibimiento hasta acomodarte en tu mesa y ese saber tratar a cada uno de sus clientes es algo que se aprende, pero también innato en esos profesionales que son algo más que un maestro de ceremonias de un restaurante.
Saliendo de La Tasquita me doy cuenta de la importancia que ha tenido (sí, en pasado) siempre la figura del maître, esa figura entre el cocinero, y el sumiller que ha ido perdiéndose incluso en los grandes restaurantes y que sin embargo era la persona que te recibía, te recordaba, te mimaba… Un Juli (elBulli), un Abel (Desde 1911), un Jaume Subirós (El Motel), un Vicente Lara (Disfrutar)… en definitiva, un Juanjo que seguirá recibiéndote (no tengo duda) dentro de unos años en su mesita de la entrada, en cuanto bajes esos dos escalones de la calle Ballesta.
“La globalización pone en grave riesgo de extinción al productor de verdad.”
Lo mejor: Juanjo, la cocina, el producto
Lo mejorable: Sorprendentemente, la cristalería
Lo peor: El precio de los vinos
La Tasquita de Enfrente
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