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Valencia
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Ikseon-Dong está en Ruzafa
Tras un tiempo de descanso amanece un nuevo día en la República de Corea y lo hacemos con una nueva temporada gastronómica, concretamente la temporada número dos. Diferentes platos pero los mismos protagonistas, Haesung en cocina y Raúl en la sala.
Si en la primera temporada de La Taula de Yoon el motivo principal del menú giraba en torno al bibimbap, el plato coreano por excelencia, en este segunda etapa nos adentramos en el mundo del vapor, y más concretamente en los famosos mandu o lo que es lo mismo, la versión coreana de los dumpling.
Durante el parón sufrido preparando este nuevo concepto gastronómico, también han aprovechado para hacer una pequeña reforma del local, y aunque la nueva barra alta al lado de cocina parece ofrecer más asientos, creo que deberían haber aprovechado para hacerla algo más inmersiva al trabajo que realiza Haesung, sin embargo parecen haberse quedado en un quiero y pero no puedo concepto “sin vistas” a cocina. Una pena.
Como digo, ahora la estrella de la casa son los mandu, en este caso tienes tres opciones, los de cerdo, los de kimchi y cerdo, y los de gamba y cerdo. A priori pueden parecer muy similares incluso el de gamba, al que yo le metería algo que le diera más fuerza o quizás un toque diferente a la propia masa. Todo es 100% casero y eso se nota en una ligereza tal que por grandes que parezcan se comen bastante fácil. Yo personalmente me quedaría con los de cerdo y kimchi, y es que esta fermentación a base de col o repollo es casi un símbolo del país asiático, además de ese toque picante que tiene su rollo.
Al igual que pasaba anteriormente, la carta sigue siendo muy corta por lo que si os juntáis 3 o 4 personas os la podéis hacer completa sin dudar. Para acompañar estas nuevas empanadillas coreanas tenemos unos fideos fríos que pese a estar buenos, no están a la altura de los antiguos Buchubusut Japche (fideos de boniato) que eran acojonantes y se les echa de menos. También tenemos tteokbokki, que para quien no lo conozca es una cosa muy popular en Corea pero que a mí me sigue pareciendo muy extraña, sobre todo en cuanto a textura. ¿Cómo describirlo? Es una especie de pasta con forma de macarrón pero hecha a base de arroz glutinoso lo que le da una textura parecida a un gnocchi pero mucho más chiclosa. No se si me gusta o no me gusta, pero lo que si se es que pica de cojones así que cuidado con este plato a los que no toleren mucho el tema gochugaru, gochujang… o picante en general.
Lo que si que tienes que pedirte es la panceta, lo primero, porque está muy buena y lo segundo, porque recordará un poco a esas mezclas que hacíamos con el bibimbap. Que si una hoja de lechuga, un poquito de salsuqui por aquí, le meto un poco de kimchi de nabo y un trozo de carne y ¡cómo mola comer con las manos!
Sigo disfrutando de Haesung, su sonrisa y su cada vez mejor español fluido sobre todo cuando sale a sala a explicar los platillos. Y como no, su cocina totalmente coreana, pues consigue teletransportarte a los sabores que quizás nunca pruebes allí. Y aunque se me sigue quedando demasiado escueta la carta como para ir de manera frecuente considero que el trabajo tan casero y auténtico que hacen tanto ella como Raul es para quitarse es sombrero.
Si la primera temporada fue el bibimbap, y esta segunda trata sobre el mandu… ¿será el Samgyeopsal el eje sobre que el gire una tercera y futura temporada? Yo seguiré visitándoles para sentirme como en Seul de vez en cuando.
Lo mejor: Corea auténtica y casera 100%
Lo mejorable: Algún platillo pide algo más
Lo peor: Esa nueva barra “sin vistas”
La Taula de Yoon
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