Tickets

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Barcelona, España
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Hablar de Tickets es hablar de elBarri y hablar de elBarri es hablar de elBulli Albert Adrià y seamos sinceros, nos guste más o menos todo lo que tenga que ver con el apellido Adrià, siempre merece visitar. No es la primera vez que visito Tickets, pero sí, la más espectacular de todas. Acompáñame que empieza la función.

Desde el cierre de elBulli, vivo con la sensación de que la gastronomía española siempre tendrá un vacío imposible de llenar pero aún así, siempre he opinado que el nivel culinario nacional es apabullante en comparación con otras cocinas, y que donde un restaurante con una estrella Michelin aquí, tendría tres fuera de nuestras fronteras. En ciertos locales, esta sensación se acentúa.

Desde fuera, Tickets parece una sala de fiestas, y desde dentro la fiesta se convierte en pequeños bocados (tapas), a elección del cliente o dejándote sorprender. Para mí, la elección más acertada, sobre todo, si estás abierto a todo y te lo puedes permitir, claro. Esto no es un bar de tapas al uso y no sólo las elaboraciones sino el precio de las mismas responden por sí solas.

La carta invita a pedirlo todo, y eso implica para los comedores como yo, que el precio del ticket suba considerablemente. Aún así, yo recomendaría pedir unas 5-6 tapas mínimo, y un plato principal más contundente. Posteriormente, disfrutar de su parte dulce en La Dolça, su anterior 41° (ahora en el restaurante Enigma).

En mi caso fueron un total de 22 tapas (sí, no es un error) y todas estaban de notable alto. Otros platos como la Oliva-S, el salmonete marinado al Josper (ese horno tan popular hoy día), el foie gras al carbón con anguila ahumada o el airbag de rubia gallega rozaban el sobresaliente. Y hubo dos platos que merecen mención aparte…

En el puesto número 2 y medalla de plata, la codorniz de Bresse estilo Wellington. Joder! Yo no soy muy de aves, y estoy hasta cansado de que últimamente la mayoría de menús gastronómicos terminen con el famoso pichón, pero esta codorniz era otro cantar. Rellena de espinacas, champiñones y jamón, daba la sensación de ser un plato complejo y contundente, y sin embargo, ligera, punto excelente y sabor sublime.

Y arriba del podio con todas las medallas posibles, el cangrejo real de Alaska. Así, sin más, un cangrejo, cuyas patas rozan los 400 gramos de peso, a la brasa. Es en este plato donde me acordé de Bittor Arguinzoniz y su asador Etxebarri [reseña aquí]. Mezcla un buen producto y una brasa y tendrás el paraíso en tu boca. Este plato era la representación de Dios con un traje de crustáceo para carnavales. Mágico.

Quiero recalcar el servicio por parte de Cristina y Aitana. Y sí, mucha culpa de la valoración final de esta reseña es de ellas, por su atención, profesionalidad y amabilidad durante toda la cena. No se si el resto de mesas tuvieron la misma suerte, pero sólo sé que ellas, sumado a todos y cada uno de los platos que probé y obviamente, a la presencia de Albert en el local (con fotografía incluida) han hecho que esta haya sido mi mejor visita a Tickets.

¿Es dónde mejor he comido? No.
¿Es dónde mejor me han tratado? No.
¿Es el restaurante más espectacular al que he ido? No.
¿Es dónde he visto los mejores emplatados? No.
¿Es la mejor relación calidad-precio? No.

Por eso mismo, y sin todo lo vivido esa noche, la valoración no sería tan perfecta pero hablando siempre desde mi percepción y experiencia, no queda otra que alzar a Tickets hasta lo más alto y confiar en poder comprar pronto una nueva localidad. Show must go on.

Lo mejor: La presencia de Albert (un sueño)
Lo mejorable: La barra de La Dolça
Lo peor: El precio final puede asustar

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