Vermúdez (Valencia)

Gran Via de les Germanies, 21
Valencia
www.vermudez.es

Vermúdez, con «V» de «Qué recuerdos»

Bigger, longer & uncut. Son apenas unos metros de distancia los que separan su anterior local de la Calle Sueca con su nueva ubicación. Son abismales las diferencias entre lo que fue y lo que es su nuevo local en plena Gran Vía Germanías.

El nuevo Vermúdez no tiene nada de Vermúdez, y eso es una putada. Al menos para el que aquí escribe. Ya no hay “V” de Vermut, ni vermuts por doquier donde elegir, ni el artesano del mes, tampoco hay torreznos de pulpo ni esos taburetes de barra donde echabas una picaeta rápida. Ahora todo es mucho más “cuqui”, más “WOW”.

De hecho, lo que antes era un bar con ese toque castizo ha pasado a ser un mastodonte con capacidad para más de 200 comensales con diferentes estancias, un restaurante principal y una zona rollo coctelería con reservados full neon. Es aquí donde debes reservar si tu interés principal es llenar tu insta de selfies.

La bienvenida a la mesa te la da una carta de cocktails “made in Beefeater” que es un flipe, aparte de una declaración de intenciones de lo que ahora es o quiere ser este nuevo Bermúdez con “B” de “Bambalino”. Sorprende ver esa carta retro iluminada cual Kindle Paperwhite y acto seguido un par de QR’s plastificados que han visto tiempos mejores. Detalle feo.

La cocina juega a no arriesgar, con opciones para todos los gustos y aunque ningún plato te cambia la vida, y estás harto de ver en otros sitios, pocas pegas se les puede poner a ninguno de ellos, más allá de que alguno te guste más o menos. Los salazones no son los mejores pero no se mojan con los precios como hacen muchos otros locales. No me importaría que subieran precios y por ende la calidad de los mismos.

La cecina no es la de La Terreta ni en cantidad ni en saborazo, pero aprueban. Al igual que el atún picante con huevos y patatas. No son los de Ultramarinos Huerta, pero pasan el corte. Quizás el tataki de angus o el canelón de vaca madurada y trufa blanca sí que merecen un pequeño tirón de orejas, no sólo por la falta de sabor de la propia carne sino por seguir llamando trufa a esos tarritos de polvo cada vez más comunes en los restaurantes.

Como era de esperar, con el corte de vaca pasa algo similar en cuanto a sabor, pero al menos el toque de brasa se nota y se agradece convirtiendo el lagarto ibérico con patatas y verduras pimientos del padrón en un bocado muy simple pero jugoso, al igual que las famosas albóndigas al vermut, siguen siendo las mismas y siguen estando muy buenas.

El nuevo Vermúdez, como ellos dicen, no es ni taberna ni restaurante, y efectivamente. Es un concepto de los muchos que inundan hoy día la ciudad de Valencia, que aun teniendo su público y colgar siempre el cartel de completo ha perdido la esencia de lo que antes era un sitio que llenaba por su cercano servicio y cocina y no por su interiorismo.

Lo mejor: Las albóndigas y mantener los precios
Lo mejorable: Subir calidad en ciertos productos
Lo peor: Perder la esencia Vermúdez

Vermúdez
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