NOM QOM

Calle de Benicarló, 25 Bajo D3
Valencia
Tel. 648 280 719
www.qomrestaurante.es

NOM QOM

El término «toba» deriva del guaraní tová que significa «frentón» y era una forma peyorativa de referirse a la etnia QOM del Chaco Central. Mucho más cerca, en Benimaclet, y para nada despectivo, una pareja mitad española, mitad argentina ha creado un espacio tan atrevido, como interesante para el barrio.

La idea es buena y el atrevimiento lo es aun más, y sólo por eso debería irles bien. Pero claro, Beni is not Ruzafa y quizás este concepto sea mucho más difícil de consolidar (y llenar) en una zona donde lo más importante es encontrar el combo dürüm-tanque más barato de la zona. La carta es algo diferente a lo que solemos estar acostumbrados y eso siempre es de agradecer, pero también es cierto que muchos platos pecan de una cantidad de comida bastante escueta respecto al precio (alcachofas, minibrioche, buñuelo…), o que muchos de esos sabores que a priori parecen interesantes acaban quedándose por el camino.

Es un poco como cuando pillas con el coche la AP-2 un miércoles tarde y te plantas en 120Km/h, activas el modo crucero y ya está. No hay camiones que cambien de repente de carril, ni un cervatillo que cruce la autopista cuando menos te lo esperas, tampoco un accidente o un tramo de carretera en obras que te haga estar atento para cuando frenar, acelerar, dar un volantazo… como que falta algo de emoción en el viaje. Pues algo parecido me pasa en QOM; hay platos cuya combinación de ingredientes pintan interesantes, pero muchos de ellos se quedan planos, sin un ¡peim! ¡zas! ¡catapum! ¡cómete esa payaso!. Quiero entender que ir con el acelerador a medio gas es por contentar a todo tipo de públicos, pero también pienso que es echarte piedras sobre tu propio tejado. No pain, no gain.

Hay wasabi, chili crab, bagna cauda, tonkatsu… pero a todo le falta el chispazo final. Las croquetas de calamar están bastante buenas y el detalle del alioli con soja le da un toque salino que le va de lujo, al igual que el figatell, un platazo muy bien especiado que junto a la salsa te dan ganas de más. Pero claro, luego te traen unas alcachofas con bagna cauda a las que le faltan presencia y sabor, o una ensaladilla rusa (con boquerones o lo que quieras) y seguirá siendo una ensaladilla rusa, buena, pero una ensaladilla más.

Son agradables los tacos de atún pese a todas las gilipolleces que lleva alrededor del plato y lo es aun más el steak tartar aunque una parte del mismo esté cubierto por un “vitello tonnato” tan suave que vuelves a preguntarte… ¿Que ofrece al plato? ¿Lo mejora? Si no aportas, ¡aparta!

Como platos más flojos y que no hay por donde cogerlos, los gambones con fideos y la “fantasía”. El primero porque entiendo que debas poner gambón (congelado) y no gambas (no hay problema), pero esa combi no me hace viajar ni a Dexcaro, DiverXo, mucho menos a Singapur. Sobre la “fantasía” esa de algodón de azúcar con presa ibérica no se muy bien cómo describir el invento, pero lo mires por donde lo mires ha salido mal. No es como cuando Spencer Silver, de 3M, intentando crear un adhesivo súper fuerte, acabó consiguiendo todo lo contrario, un adhesivo tan débil que tres años más tarde le haría millonario gracias a los Post-It. Este invento de QOM, por muy fantasioso que pueda parecer no creo que vaya a tener el mismo éxito.

QOM es tan necesario como osado y eso me gusta. Tienen una bodega que también sube el nivel del barrio y una atención súper agradable por parte de Jose, así que simplemente por eso y por probar platillos diferentes con cierto margen de mejora bien merece ir y repetir.

Lo mejor: Algo diferente con un servicio muy agradable
Lo mejorable: Relación cantidad/precio de ciertos platos
Lo peor: Ese ingrediente de más, ¿suma o resta?

QOM Restaurante
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